jueves, 28 de mayo de 2009

Bolas de fuego

Ya lo pisamos: taladramos
el inocente camino
que no condujo a ninguna parte.

Cuando nos sumergimos en la lumbre
—¿te acuerdas, Cristina, del río ardiente?—;
cuando la rana te escupió saliva oscura
—¿te acuerdas?—. Allí nos detuvimos…

…y nos miramos. Estábamos hinchados,
parecíamos dos bolas de fuego. Luego
flotamos sobre el río.
¿Apoco ya no te acuerdas?

Sí, Cristina. No dejaste de llorar.
Me llenaste con tu hermoso llanto:
esa letanía que marchita los ojos y
me quiere. Que, vaya,

me trajo de regreso.
Más allá, miré bien, estabas
desnuda. Me acuerdo de tu piel fosforescente,
roja, malherida, ¿deliciosa? Te abracé,

pero seguiste llorando.
Balbuceando esa palabra asquerosa
—¿cuál era? Creo que amor—.

Y entonces, agarré la daga que habías guardado
en tu seno izquierdo y…

…eso no se me olvida:
nos convertimos en este idiota,
sinsentido, impotente sol
que no, que nunca, que jamás va a brillar.

1 comentario:

  1. Hola, Naerum: esta poesía me produce el mismísimo inquietante efecto que cuando la leí por primera vez: si bien no logro encontrarle un eje que me satisfaga por completo; su lectura me atrapa, convirtiendo cada verso en una desgustación extraordinaria, y el todo, en un bocado exquisito para la sensibilidad artística. (La mía, claro, buen...)

    "…y nos miramos. Estábamos hinchados,
    parecíamos dos bolas de fuego. Luego
    flotamos sobre el río.
    ¿Apoco ya no te acuerdas?"
    Estos versos, por ejemplo: no los entiendo, pero me imagino algo cercano a la Plenitud de los sentidos así como de los sentimientos, vibrando ambas sensaciones al unísono. Además dices que flotaron sobre "el río". No el mar. El río.
    Entonces uno vuela a lugares poco comunes; personalmente me imagino un río olvidado, de pronto rescatado de su ostracismo por el Amor... ¡que flota, indemne, imposible, pero siendo un hecho consumado. Como el Fuego sobre el Agua.

    Y ese "¿A poco no te acuerdas?" Me trasmite una enorme y gran ternura. Se me hace de una ternura desbordante. Y tampoco tengo explicación.

    "Y entonces, agarré la daga que habías guardado
    en tu seno izquierdo y…"
    Esta expresión se presta a cualquier interpretación, pero yo me inclino por algo usual; por ponerle filo al corazón femenino de estos versos. Que lastimará. Y saldrá igualmente lastimado.

    "Entonces, el cierre:
    …eso no se me olvida:
    nos convertimos en este idiota,
    sinsentido, impotente sol
    que no, que nunca, que jamás va a brillar"

    Si me apuras, te diría que veo un amor frustrado, inolvidable, pero tambien inviable. O un amante que se lamenta de no haber -o haber- hecho lo necesario.

    Y como antes, cuando lo leí por primera vez, lo he leído más veces de las lógicas para luego venir a decirte, tan fresca, que no me satisface del todo. Es decir, si he de juzgar por las veces que lo leí, tengo la obligación de decirte que ¡me ha encantado! Entonces pienso que has hecho Poesía, pues es justo el efecto producido: seduce sin explicación de secuencias inteligibles. Afecta los sentidos.
    En tal rumbo, tus versos cumplen con creces esta premisa.

    Es que en este momento, tal vez llevada por tus versos y mi comentario que se ha hundido en ellos, siento que es una poesía de una hermosura rara y cautivante. Como si tuviera vida.

    ¡Felicidades entonces, NAerum!

    Un besote.

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