viernes, 24 de abril de 2009

Los colibríes dorados

La miel verdosa se desprendía de los robles con un olor a jazmín que conquistaba a los colibríes. Se dejaba tragar hasta hacerlos cagar en pleno vuelo, pintarrajeaba sus plumas de un dorado brillante, y dos segundos después los mataba. Los huesos diminutos, las alas doradas se estrellaban contra el suelo. Se quebraban.

9 comentarios:

  1. Este cuento lo leí en Proso y me encantó.

    ¡Saludos, compañero!

    Blanca

    ResponderEliminar
  2. Hola,Naerum: este micro, al releerlo, me acaba de parecer una fantástica alegoría sobre las trampas de la Envidia. Bueno, o algo así.

    Si partimos de la idea que "Una alegoría -del griego allegorein «hablar figuradamente»-, es una figura literaria o tema artístico que pretende representar una idea abstracta valiéndose de formas humanas, animales o de objetos cotidianos", este escrito -ahora me rectifico de lo que te dije una vez, me parece de una belleza brutal y sobrecogedora. Una belleza escalofriante. Una se sirve de lo otro. Se complementan en una espeluznante asociación ilícita -perdona la intromisión de figuras jurídicas- arrojando por resultado un final terrible, pero no por ello, menos lógico y de una hermosura críptica, alegórica y arrebatadora.

    Dices: "La miel verdosa se desprendía de los robles con un olor a jazmín que conquistaba a los colibríes" (fíjate: por estos lares se dice que cuando un colibrí entra a tu casa, es que está anunciando la llegada del Amor); puedo establecer entonces que la Miel (que en muchas tradiciones simboliza al Amor) que en tu micro es de tonalidad verdosa (tal como suele asociarse a la Envidia con el color Verde) es la Envidia disfrazada del Amor, a fin de atraer -como los cantos de sirenas a Ulises- a los colibríes, creaturas bellas y delicadas por excelencia. Y por ende, envidiados. Me causa asombro que esa miel, que no es más que envidia camouflada, brote de un roble, árbol que simboliza nobleza y permanencia; es como si la envidia, no contenta con enmascararse de miel, brota de una fuente nada convencional, pero que garantizará a los colibríes la nobleza de sus intenciones. Y se la la tragaron. El veneno hizo su parte, y lo que pareció un alimento de los dioses que los embellecería aún más (de hecho, la miel era alimento de los dioses, por lo que sé, en la mitología griega) fue su perdición.

    Creo, en este punto, que la Envidia no ha podido actuar sin el consentimiento de los colibríes, que vienen a ser una suerte de representación del Amor, pero también de la Vanidad. Una no hubiera podido actuar sin la complicidad de la otra. Que es exactamente como suceden las cosas en la vida. La Envidia atrapa más rápido al Vanidoso, pues es campo fértil de adulaciones y promesas de gloria; y enseguida se sube al carro, aún siendo desconocido.

    Mira, me estoy yendo no sólo por las ramas, sino por otros árboles, incluso, jaja, pero me ha gustado mucho esta vez el micro, en fin, cada loco con su tema, habrás de disculparme.

    Prosigo: claro que los colibríes -con la ingesta de esta suerte de manzana de Blancanieves- alcanzaron su máxima belleza, al transformarse sus plumajes en dorados, para inmediatamente, morir.

    La muerte sobreviene por desarmarse -cagarse- en pleno vuelo, y acabar en un montoncito de huesos diminutos y alas doradas que nunca más levantarán vuelo alguno. Supongo que la miel verdosa ha de reinar, sirviéndose de la nobleza y robustez del roble, para cobrarse más víctimas que creen en su dulzura, cuando todo es pura trampa fatal.

    Desde otro lugar y, retomando lo que te he mencionado antes, en cuanto a que por estos lares se dice que "cuando un colibrí entra a tu casa, está anunciando la llegada del Amor", no puedo menos que imaginar la muerte del Amor en pedazos. Pero, que aún así, conserva el oro de su plumaje.

    El Amor atraído, confiado y estafado (por la miel verdosa de un árbol con don de nobleza, como suele representarse al roble); aún quebrado, estrellado, desparramados sus huesos, no deja de brillar.

    Porque se ha entregado, fiel a su condición, hasta morir, literalmente. Aunque fuera en una trampa, él ha creído...

    Entonces el micro adquiere visos de magia dominada por la tragedia; pues es tal como se vería la muerte del Amor. Claro que no sería un despojo cualquiera.

    Por supuesto, esta interpretación es un tanto descolgada. Pero a partir de ella, he encontrado belleza en lo fatal y en la desdicha que se apodera del último vuelo de estos colibríes, dorados a la hora de la muerte.

    ¿Será que el Amor se completa sólo en la consumación de sí mismo? Como las supernovas -has visto-, que cuando más brillan, indican su agonía...

    Puedo seguir, ¿eh? Naerum, he escrito un macro sobre tu micro que, desde este abordaje, adquiere rasgos de parábola. Tremenda, eso sí.

    Sobra decirte que me ha encantado.

    Te mando un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Naerum, estreno tu blog, comentando estos bellos “Colibríes dorados”. Es una imagen espeluznante la caída de esos colibríes. Es curioso que justo cuando se vuelven dorados se caen. El dorado representa la riqueza, el prestigio, etc.

    Me parece todo un logro narrar algo tan perverso de forma tan poética, con palabras hermosas y en un tono casi romántico. La imagen de las alas estrellándose contra el suelo, impresionante, de verás.

    Tienes una prosa bastante fluida y es un gusto leerte.Un micro impactante y hermoso.

    Un beso,

    Margarita

    ResponderEliminar
  4. Así es, Blanca.

    También fuiste la primera en comentarlo (allá y acá, si me fijo bien, jeje). Y déjame decirte algo: este micro lo subí con un temor: creí que podría, no sé, ofender a alguien por su extensión, y pensaba eliminarlo en el caso de que eso sucediera. Pero cuando lo comentaste, dando a entender que algo que te había transmitido (lo calificaste de “Tétrico”, recuerdo), decidí dejarlo.

    Gracias por pasar, compañera.

    ResponderEliminar
  5. Turkesa:

    O mejor debería iniciar con signos de admiración.

    ¡Turkesa!

    Es que tu comentario me dejó con la boca abierta. O debería decir: con la boca cerrada, con los ojos espantados y la sensación no pertenecer a mí mismo. Me explico: después de leer esta interpretación magistral, lo único que se me ocurre es pensar, preguntarme más bien, ¿qué interesantes procesos se estarían llevando a cabo en mi cerebro mientras escribía este relato? Jajajaja.

    Ya ni siquiera quiero acordarme de la idea original ni de lo que pretendía conseguir con esa novela inexistente. El estudio que ofreces ahora, además de ir más allá, mucho más allá, muchisísimo más allá del texto en sí mismo, se ha apropiado de todas mis referencias (para con esta creatura) anteriores y, de este modo, se ha convertido en una suerte de… personalidad… posterior, pero que no por ello desconoce, ni traiciona ni exagera esas referencias.

    Pienso que, quizás, nunca me sentí demasiado vinculado al micro, y que esa es la razón por la que cada configuración ulterior me parece aceptable (aunque eso de parangonarlo con un clip de National Geographic… ya es un extremo, ¿no? Jeje); sin embargo, ésta me lo parece más, puesto que envuelve al texto casi por completo y así, cubriéndolo de pies a cabeza, dándole sentido a cada parte, a casi cada elemento, lo proyecta. Me acuerdo del gran (aunque pequeño en extensión) análisis que hizo cierto amigo común a uno de tus relatos, "Ángelus". Con ese análisis, nuestro amigo consiguió (al menos para mí) crear una… identidad, que si bien pudo ser distinta a la que inicialmente planeaste, terminó por adueñarse del texto y unificarlo. Pero es raro. Me parece que se trata de una identidad vinculada: el relato se vincula al análisis y el análisis, de manera invariable, tiene que vincularse al relato. Evidentemente un texto puede ser muy bueno sin el respectivo análisis. Pero un micro tan pequeño como éste ha de necesitar esfuerzos extras, y por eso hubo quien terminó pidiéndome la historia que lo justificaba, y por eso (como ahora) también hay quien se ofrece a darle algún sentido. A vincularlo.

    No hace falta que te diga que el micro de hoy, al menos en mi mente, no es el mismo micro que subí a Prosófagos hace ya ¡casi cinco meses! (vaya… qué rápido se pasa el tiempo…). El sentido cambió: lo cambiaste. Sus limitaciones se abrieron: las abriste. De ser un pequeño relato cuya mayor pretensión era mezclar el horror y la belleza a través de los colibríes, pasó a ser una alegoría sobre la envidia que se justifica en el amor para conseguir fines perversos. De ser las… "sobras" de un proyecto sin identidad (una idea novelística muy borrosa), pasó a convertirse en una Idea en sí mismo. ¿Todo gracias a qué? A esta maravillosa interpretación tuya.

    Muchas gracias, Turkesa. Muchas muchas gracias.

    ResponderEliminar
  6. ¡Qué tal, Margarita!

    Sí es curioso que se caigan justo cuando se convierten en oro. Aunque, ejem, después de la interpretación que ofreció Turkesa, ya no es tan curioso. Je.

    Pues como que no quiero creerme eso de la prosa fluida, aquí. Es que si la prosa fluyera realmente, lo lógico sería que el relato fuera más extenso, ¿no?

    En cualquier caso, agradezco mucho que te hayas dado un paseo por acá y que el micro te haya gustado.

    Saludos, Margarita.

    ResponderEliminar
  7. Ahh, Naerum, comparar este comentario mío con aquel extraordinario análisis que hizo Lao respecto de mi "Angelus", creo que es demasiado. O será que en aquella oportunidad quedé también boquiabierta.

    Por otra parte, es muy cierto todo lo que dices sobre ciertos comentarios que iluminan un texto y lo dotan de nuevas luces, ¡y qué bien lo explicas!

    Dices, sobre el comentario: "puesto que envuelve al texto casi por completo y así, cubriéndolo de pies a cabeza, dándole sentido a cada parte, a casi cada elemento, lo proyecta. Me acuerdo del gran (aunque pequeño en extensión) análisis que hizo cierto amigo común a uno de tus relatos, "Ángelus". Con ese análisis, nuestro amigo consiguió (al menos para mí) crear una… identidad, que si bien pudo ser distinta a la que inicialmente planeaste, terminó por adueñarse del texto y unificarlo."

    Es cierto. Consiguió dotarlo de identidad y de personalidad; una muy marcada personalidad.

    Pero además sucede que esta clase de derrape literario sobre textos de otros que nos sugieren imágenes, sentimientos, ideas... lejos de opacarlos, los dota de un brillo interpretativo a través del cual crecen y se consolidan. porque sin duda lo mío ha sido flor de derrape, jaja, pero se ajusta muy bien este ropaje a tu micro.

    Eso, tú lo has expresado mejor. Y tienes razón.

    Gracias por considerar mi comentario enrolado en dicha corriente positiva.

    Te mando un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Claro, Turkesa.

    Se trata de "derrapes literarios" que dotan a los textos de "un brillo interpretativo a través del cual crecen y se consolidan", y es justo allí donde recae la generosidad de quienes, buenamente, elaboran esos... análisis.

    Ahora. Si consideramos que ni el autor de este micro (o sea yo, jajaja) fue lo suficientemente bondadoso como para proyectarlo con tal... ¿luz?, entonces, más que el esfuerzo creativo, lo que condensa al texto es el esfuerzo interpretativo. Que en este caso fue tuyo.

    ¡Gracias otra vez!

    ResponderEliminar
  9. Pues muchas gracias, Naerum.

    En realidad, lo mismo me ha sucedido con mi "Angelus" y tu comentario, que arrojó una mirada distinta desde la Trinidad. Y, sorprendentemente, si bien no pensé en ella, lo cierto es que sí, que hay tres personajes... Y tu adjudicaste muy bien los simbolismos.

    No sabes cuanto apreciaría contar con dicho comentario en mi blog. (perdona, ¿eh?)

    Besos.

    PD: y a ver si subes algo más acá, che. Que creo recordar que has dado vida a unas poesías muy buenas. No merecen el anonimato.

    ResponderEliminar